LA IGLESIA DE FÓRNOLES

La iglesia parroquial de Santa María la Mayor de Fórnoles es una construcción perteneciente al grupo de edificios de estilo gótico levantino, erigidos en el Bajo Aragón durante el siglo XIV. La construcción original, austera y funcional, comprendía únicamente una nave cubierta con bóveda de crucería y un ábside poligonal. En la segunda mitad del siglo XVIII, se realizó una importante remodelación, a caballo entre las dos grandes corrientes artísticas del momento, el barroco y el neoclasicismo. A esta etapa constructiva corresponden: las naves laterales, el coro de planta hexagonal (situado en la zona de los pies y cubierto con falsa bóveda de crucería), la decoración interior, la portada y la torre campanario.

La iglesia de Fórnoles

LA TORRE CAMPANARIO

La esbelta y sólida torre campanario está realizada con grandes sillares y concebida como un elemento independiente. Con 30 metros de altura, destaca sobre el conjunto urbano de la villa por su majestuosidad y belleza.

Imagen panorámica de Fórnoles

La torre de la iglesia consta de cuatro cuerpos; los tres primeros son de planta cuadrada y el superior es de planta octogonal y está rematado por un gran chapitel piramidal, coronado por una veleta de forja. En el primer cuerpo hay un reloj de sol y un escudo (sobre el que me detendré más adelante). Y en el tercer cuerpo hay cuatro ventanas de medio punto para albergar el juego de campanas, que originalmente constaba de seis campanas de bronce. En la campana más grande, había una inscripción que decía: “María Caspe me llamo, cincuenta quintales peso, y quien no quiera creerlo, que me levante mi peso”. Desgraciadamente, el juego de campanas fue destruido durante la revolución anarquista de 1936. Al parecer, los revolucionarios tiraron las campanas al suelo y se llevaron los pedazos a Caspe con la intención de fundirlos y convertirlos en cañones para su ejército.

La torre de la iglesia

EL ESCUDO DE LA TORRE

El escudo que hay en el primer cuerpo de la torre está cincelado en bajorrelieve y destaca por su minuciosidad y su calidad escultórica. Se trata del escudo de armas del infante de España don Luis de Borbón y Farnesio (1727-1785), hijo y hermano de reyes, excelente mecenas y coleccionista de obras de arte, y gran impulsor de la ciencia y la cultura en la Ilustración española de la segunda mitad del siglo XVIII.

El escudo de la torre
Escudo de armas del infante don Luis de Borbón y Farnesio

EL INFANTE DON LUIS DE BORBÓN Y FARNESIO

Don Luis de Borbón y Farnesio era el sexto hijo del rey Felipe V y de su segunda esposa, Isabel Farnesio, duquesa de Parma. Como ocupaba un lugar muy atrasado en la línea sucesoria de la corona de España (tenía cuatro hermanos varones mayores que él), fue orientado hacia la carrera eclesiástica, tal y como se hacía en toda Europa con los hijos segundones de la realeza y la nobleza. Tres de sus hermanos fueron reyes de España: Luis I reinó unos meses en 1724, Fernando VI reinó desde 1746 hasta 1759 —ambos eran hijos del primer matrimonio de su padre y, por tanto, medio hermanos del infante don Luis— y Carlos III reinó desde 1759 hasta 1788 —era hijo del segundo matrimonio y hermano “entero” del infante—.

Don Luis de Borbón y Farnesio

A los ocho años, en infante don Luis fue nombrado arzobispo de Toledo y cardenal de Santa María de la Scala. Y, a los catorce años, el papa le otorgó también el arzobispado de Sevilla. Sin embargo, y a pesar de ser un hombre de hondas convicciones religiosas, no tenía vocación, de modo que, en 1754 (a los veintisiete años), renunció a sus cargos eclesiásticos y se negó a recibir la ordenación sacerdotal. Esa decisión tuvo importantes repercusiones en su vida; por un lado, pudo dedicarse de lleno a sus aficiones (la danza, la música, el tiro, la caza y la esgrima); por otro lado, su renuncia le hizo perder una parte de sus rentas, así que necesitó otras fuentes de ingresos, que fueron, en un primer momento, multitud de encomiendas de varias órdenes militares y, más tarde, algunos títulos nobiliarios como el señorío de Boadilla y el condado de Chinchón. En la Orden de Calatrava, que estuvo presente en la Corona de Aragón por su participación en la Reconquista, desempeñó diversos cargos, entre ellos el de comendador de Monroyo durante 30 años —desde 1755 hasta su muerte, en 1785—. En aquella época, la encomienda de Monroyo estaba configurada por las villas de Monroyo, Peñarroya de Tastavins, Ráfales, Belmonte, Fórnoles y los lugares de La Cerollera y Torredearcas. De ese modo, la villa de Fórnoles estaba bajo el dominio del infante don Luis.

Cruz de la Orden de Calatrava

ANDRÉS PIQUER Y EL REGALO DE CARLOS III

En 1751, el médico y filósofo fornolense don Andrés Piquer y Arrufat (1711-1772) se trasladó a la corte de Madrid para ocuparse de la salud física y mental del rey Fernando VI (medio hermano de don Luis y predecesor de Carlos III), quien padecía la misma dolencia psicológica que su padre. Los informes sobre las manías melancólicas y los desvaríos del rey, elaborados por Piquer y enviados diariamente a la corte de Madrid desde el palacio de Villaviciosa de Odón (donde Fernando VI residió durante su último año de vida), han servido a la psiquiatría moderna para describir lo que hoy conocemos como trastorno bipolar. Tras la muerte de Fernando VI en 1759, Piquer continuó prestando sus servicios como médico de cámara a su sucesor, Carlos III, quien quiso hacerle un magnífico regalo a su elección como agradecimiento por su competencia profesional, sus diagnósticos certeros y su trato exquisito. Piquer, sin dudarlo, le pidió la construcción de una torre monumental para la iglesia de su pueblo.

Estatuas de la fachada del Paraninfo de la Universidad de Zaragoza (antigua Facultad de Medicina y Ciencias), dedicadas a tres científicos aragoneses y un riojano. De izquierda a derecha: Andrés Piquer, Miguel Servet, Ignacio Jordán de Asso y Fausto de Elhuyar.
Andrés Piquer y Arrufat

MECENAS Y COLECCIONISTA DE ARTE

El infante don Luis de Borbón y Farnesio, alejado de la realeza por intereses políticos, se dedicó al cultivo y al fomento de las artes, las letras y las ciencias y llegó a tener una colección de arte propia de un rey. Su cuantiosa fortuna le permitió rodearse de grandes artistas de su época y patrocinar su actividad. Así, fue mecenas de pintores como Goya, de músicos como Boccherini, los Font y Landini y de arquitectos como Ventura Rodríguez, Domingo e Ignacio Thomas y Mateo Guill.

Este grupo de arquitectos intervino en la construcción de obras barrocas y neoclásicas tan notables como el palacio de Boadilla del Monte (residencia del propio infante don Luis), el Palacio Real de Madrid o la Basílica del Pilar de Zaragoza. No es descabellado suponer que alguno de esos arquitectos participase en el proyecto de la construcción de la torre de la iglesia de Fórnoles, sobre todo teniendo en cuenta el escudo del infante don Luis que hay cincelado en ella.

Pedro J. Bel